Saltillo en su famoso Ramos, que cruza por su emblemática
calle de Victoria un gran paseo que inicia en la plaza de la Nueva Tlaxcala,
pasando por la Iglesia de San Esteban y terminando en la Alameda, en ella vi
cabalgar al Gral. Zaragoza y escuche el grito de Dolores dado por el cura
Hidalgo, se puede percibir el graznar de los patos en su bello lago, al centro
del paisaje una Biblioteca y frente a ella un busto del Varón de Cuatro
Ciénegas, sus famosos tacos rojos para expertos paladares tan ricos como los
del Abraham Curbelo, a sus costados ves la Normal, la Anexa, la Prepa Nocturna
Mariano Narvaez y un edificio donde era la Escuela de Música que fue la morada
de un exgobernador.
Saltillo, paseando en la Chapul conocemos el edificio
majestuoso Ateneo lo flanquean Ciencias Químicas con sus Zorrillos, Leyes y
Rectoría, al frente y no menos bello TEC Saltillo, unidos por el puente
“TECATE” así conocido por la raza estudiantil. Sobre su famoso V. Carranza
llegas a la gran calle de Allende y siguiendo ese sendero puedes llegar al
Teatro Fernando García Carrillo y la plaza Manuel Acuña donde se erige un
Ángel, en el mismo lugar vivía un gran cedro libanés y donde vemos crecer uno
nuevo, engalanando al Mercado Juárez; Plaza de Armas muy cerca de ahí con sus
arcos y centenares de palomas expertas en escape de niños, entre dos colosos,
la Catedral y su capilla del Santo Cristo y el Palacio de Gobierno con su mural
interior que dibuja la historia de la entidad. Una leyenda dice que hay túneles
en las entrañas del centro de Saltillo, dicen que sólo es eso una leyenda, yo
prefiero pensar que es verdad; cerca de ahí su Casa Purcell y el Casino de
Saltillo, por la calle de Hidalgo esta el museo a La Angostura y una fábrica de
coloridos sarapes característicos de la ciudad, además que el Sarape le da
nombre al equipo de beisbol, en la Calle Juaréz está un inmueble que albergó al
Benemérito, al más mexicano de los mexicanos.
En la calle de Bravo se escuchan los cascos del caballo de
Agustín Jaime y cerca de ahí resonaron tres balazos del arma de Hipólito
guiando hacia la inmortalidad a Rosita. En el Barrio Santa Anita escuché a la
Rondalla de Saltillo y vi a una pareja declarándose su amor en el Mirador, de
donde se alcanza observar el Santuario a la Virgen de Guadalupe y lo hermoso de
la Atenas o la Detroit de México con su parque el Chapulín.
El Cerro del Pueblo se impone al poniente sintiendo el
abrazo del Cristo de las Galeras, al oriente se puede ver al Indio Zapáliname
dormido como esperando despertar para ver lo hermoso que es la ciudad que el
mismo custodia, también puedes apreciar el Cañón de San Lorenzo.
Saltillo, con museos envidiables como lo es el de las Aves o
el del Desierto, el del Sarape o el Taurino. Tenemos uno de la Revolución, otro
para los presidentes coahuilenses y el de Palacio de Gobierno, la historia, Saltillo también nos la cuenta.
No podemos olvidar, el Museo de la Katrina, ahí nos enseña
su elegancia de la muerte, un lugar único, místico, lleno de historias y
leyendas de Saltillo, ahí conocerás a doña Petra y es posible que te topes con
Juanito.
En su Avenida Francisco Coss un hermoso Teatro de la Ciudad
llamado Fernando Soler, donde vi a don Oscar contemplándolo mientras Acuña
declama su Nocturno a Rosario, en la Plaza Ciudades Hermanas se ve cerca de ahí
la antigua estación de trenes, que el día de hoy es la Biblioteca del Congreso
de Coahuila.
Al norte, te da la bienvenida Venustiano Carranza en un
caballo chueco por cierto, si vienes de México El Indio y el Español, de Torreón Francisco
I. Madero cargando el lábaro patrio y Don Vito Alessio Robles que en su nombre
existe un centro cultural, también llamado como el mono sentado que es
realmente como se le conoce si vas para Monclova por la carretera antigua y a
Zacatecas La Narro y el lugar de la batalla donde un traidor dejo pasar el
triunfo nacional.
En el Periférico puedes ver como ha cambiado Saltillo, ahí
emerge el Gran Bosque Urbano, el Parque Las Maravillas con su Teatro al aire
libre, por Urdiñola un viejo Acueducto surtidor del liquido vital a pobladores
de la Villa de Santiago del Saltillo y a San Esteban de la Nueva Tlaxcala.
Saltillo nace en el Ojo de Agua, un pequeño salto de agua le
da su nombre. La Iglesia de Landín y la de la Hibernía opuestas una que otra
cardinalmente hablando envuelven la ciudad.
Aquí la carne asada es un deporte y la discada un arte,
claro está que con tortilla de harina, barbacoa o menudo del mercado de la
Guayu, en la tarde de merienda chopeando Pan del Radio o uno de pulque como no
hay en el mundo otro similar y no olvidar un dulcecito de postre de la calle
Salazar.
Por eso y muchas cosas más, Saltillo, donde el sur queda
pa’rriba y el norte pa’bajo el lugar donde duerme Dios, Saltillo, un pedazo de
cielo en la tierra.
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