martes, 20 de noviembre de 2012

UN SUEÑO CON LA BOLA


UN SUEÑO CON LA BOLA
F. Abraham Tobias Hernández
Saltillo, Coahuila de Zaragoza a
19 de Noviembre del 2012

Entrando al Iluikak de repente traspasé una puerta  inmensa e imponente, pintada de café, de madera  gruesa. Comencé a caminar por un sendero rodeado de pastizales y siembra de maíz y sorgo, una que otra vaquilla y  algunos caballos. Ahí vi como Villa se topó con Zapata,  igualitos  a como  los imaginé: Zapata era alto, de mirada profunda, pareciera que su rostro era de piedra, Villa un poco mas bajito, no tan gordo como lo pintan, ojos alegres y  se veía hasta bonachón.

Villa le dijo a Zapata:

--¿Cómo está, mi General?

Zapata, cabizbajo, le contestó:

--No como quisiera, mi General.

--¿Qué pasó?, replicó Villa.

--Después de mi muerte pensé que todo estaba perdido, vi un momento de luz cuando el constituyente del 17 retomó el ejido, y más cuando el general Cárdenas inició la repartición de tierras, pero todo se oscureció años después; al parecer la lucha fue en vano. Desaparecieron el ejido o están en  proceso de hacerlo y la tierra volverá a ser de latifundistas.

A más de 100 años que iniciamos nuestra lucha, las condiciones de mis hermanos campesinos son iguales o peores de como los dejamos.

Seguí caminando, ahora vi más vaquillas y caballos, un riachuelo entre verdes árboles frutales, unos de manzana, durazno, membrillo y chabacano, ahí divisé a Francisco J. Mujica platicando con Ricardo Flores Magón. Ricardo le dijo:

--Hoy, como hace 100 años, las condiciones laborales  son deplorables; las minas, por ejemplo, son bombas de tiempo esperando que la suerte no las haga estallar. El poder público hoy sirve a nuestros enemigos y combaten a los sindicatos; los derechos laborales que logramos están en discusión, y vamos que volamos por una reforma laboral patronal en detrimento del trabajador.

Seguí caminado, el riachuelo se extendía hasta donde mi vista no alcanzaba, los árboles frutales desaparecieron y le dieron lugar a pinos verdes como los de Arteaga, también vi  al Gral. Lázaro Cárdenas charlando con alguien que no reconocí, y él le decía:

--La expropiación petrolera fue un acto de estado y soberanía, fue en beneficio de los mexicanos, y hoy vemos propaganda para decirnos que no sirve, que no sabemos administrar y que los gringos nos deben enseñar… estos nuevos gobernantes importando soluciones.

Y repitió lo que leí en un libro empolvado que rescaté de una librería de viejos:

“Gobierno o individuo que entrega los recursos naturales a empresas extranjeras, traiciona a la patria”.

Seguí mi andanza y la belleza del desierto floreció; cactus, nopales, huizaches y gobernadora, a lo lejos un perrito llanero, ahí  me topé con dos coahuilenses, Madero le decía a Carranza:

--La democracia por la que morimos  se ve hoy empañada por campañas sucias, realmente llega al poder quien menos quiere el pueblo, ay Panchito, si me hubieras hecho caso --le recriminó don Venustiano -- pactamos la revolución y la perdimos.

Desperté y reflexioné dos cosas. -la primera; agradecí que sólo fue un sueño y que vivo y coleando me encuentro.

La segunda; ver como los políticos se enriquecieron de la Revolución, y cuando ya no les dio dinero optaron por sepultarla; hoy es sólo un desfile el 20 de noviembre y un Buen Fin para gastar dinero.

Hay quienes dicen que necesitamos una nueva revolución, que se ha agotado la Mexicana, pero la pregunta es ¿se agotó o se truncó? ¿Es necesaria una nueva?, o ¿retomamos la vivida?, no es posible luchar por lo que ya se logró, no es posible discutir lo que se debatió en el campo de batalla, lo ganado, ganado está, pero en la discusión actual lo ganado se va perdiendo poco a poco.

La Revolución fue más que un  suceso que sólo se toca en los libros de texto, no se puede negar que fue un hecho que cambió la vida de la nación, otorgó derechos a los mexicanos y concedió igualdades negadas, sin dejar de aceptar que faltan muchos más y sin dejar de ver que cada vez hay más derechos por reconocer.

Podemos recordar a hombres y mujeres que hicieron esto posible, podemos elevar monumentos, hacer desfiles y bailables, pero no sirven si olvidamos sus actos los otros 364 días del año.

La Revolución no es un festejo que se realiza cada año; debe ser constante, cosa de todos los días, también debe cambiar como la sociedad vaya cambiando, llevar la justicia social a todos debe ser prioridad para quienes gobiernan, si no, si caeremos en lo que dicen los enemigos de la Revolución y nos preguntaremos: ¿de qué sirvió?

*Iluikak: cielo en náhuatl

@AbrahamTobias
http://losdeapieyencamion.blogspot.mx/ 

1 comentario:

El IvaN dijo...

Las bases de el México de hoy se construyeron durante la revolución y nuestro país cual edificio tiene que reforzar esas bases de cuando en cuando. Viejas tácticas siempre son buenas pero mismos métodos no siempre obtienen el mismo resultado. Hoy por hoy no tenemos ningún Zapata y ningún Villa.

Todo esta en nunca olvidar por que se luchó y lo que se logró en ese momento y hacer lo posible por mantener esa llama de lucha encendida